jueves, 18 de marzo de 2010

Agárrate fuerte

En este mundo existen ciertos términos que, depende de cómo te los mires, pueden ser muy divertidos. Por ejemplo, tenemos el “Derecho de admisión” o “Política de empresa” o “Wikipedia”. Son divertidos por una razón: la seriedad que muestra la persona que los utiliza para justificar algo. Yo quiero hablaros del término “Política de empresa”.

El primer día de trabajo lo invertí en aprender todo sobre la factorya en la que iba a trabajar. Esos grandes almacenes. Yo creí que simplemente me dirían cómo tenía que hacer mi trabajo. Ya me dice mi madre que soy demasiado inocente… Primero nos hacen entrar en una sala donde hay preparado un proyector y un ordenador. Me huelo lo peor. Efectivamente, un Power Point. Si quieres que alguien se tome algo a cachondeo utiliza un Power Point. Empezamos la función con un poco de Historia. Nos explican como se creó la empresa. A un tipo se lo ocurre una idea y luego van tres que se quieren apuntar al carro. FIN. Gracias, es lo que necesito para cobrar a los clientes. Nos ponen la foto de los cuatro genios enmarcada como si fuera una fotografía DE_GRADUACIÓN universitaria. Que lástima que aún no existiera el Facebook. Ya me imagino los comentarios: ¡Que monos! / Quien quiera que se etiquete / ¡Foto de perfil ya!

Después de eso nos empiezan a decir lo rápido que ha crecido la empresa en los últimos años. Es curioso como todas las empresas en las que entras a trabajar son de puta madre y van todas como la seda.

Una vez que creíamos haber superado el trauma nos bombardean con una serie de folios, entre los cuales había uno donde constaban unas NORMAS DE CONDUCTA. Lo cierto es que me quedé con las ganas de especificar algunas cosas acerca de esas normas. No porque no tuviera la oportunidad, sino porque me despiste al ver un mono oliéndose el culo en el pasillo. Eso absorbió toda mi atención. Aprovecho ahora para comentar cuatro cosillas:

- Puntualidad. Sí, lo se, lo siento

- Respetar obligatoriedad del lugar de entrada y salida del personal. Claro, no queremos mezclarnos con la escoria de los clientes

- Higiene personal y de las instalaciones. Se hará lo que se pueda

- Vestuario adecuado. ¿Quién eres? ¿Mi madre? Con una persona que me diga “Recoge eso” ya es suficiente

- Control de entrada de aparatos electrónicos. ¿Eso implica chequeo diario? Porque si es así me agrada la idea

- Prohibida la utilización del móvil. Si esto no fuera así imaginaros lo que pasaría:

- Cliente: Disculpe señorita…

- Dependienta con mucho vicio: ¡Espérese un momento! ¿Qué no ve que estoy hablando? Que el joputa del Javi se ha liado con la guarra de la Jenny y no iban borrachos. ¡Joder!

- Prohibido fumar. Concretad más, por favor

- Correcta utilización de los sistemas informáticos. Eso decídselo a los sistemas informáticos. Yo pongo todo de mi parte

- Información confidencial. Tan confidencial que esta norma no se entiende una puta mierda

- Vías de comunicación. Pues anda que os hacéis entender…

- Funcionamiento de compras de personal. O lo que es lo mismo: No os vamos a hacer ningún descuento. JODEROS

Y para rematarnos de una vez por todas, vino el artista invitado de toda reunión laboral: el de los Riesgos Laborales. Es como esos tipos que entran en una escena de una serie muy famosa y se oyen los aplausos del público. Solo que sustituid aplausos por bostezos. El pobre hombre nos tuvo sentados una hora mientras nos ofreció algunas de sus advertencias. Cuidado con las cajas que os puedan caer en la cabeza, preocuparos de tener la espalda recta, vigilad con el exhibicionista de la sección de informática… Recuerdo que uno de mis compañeros me ofreció cianuro. Yo le dije que no tomaba drogas en horario laboral.

Creo que todos los que trabajan en esto de prevenir los Riesgos Laborales, en un tiempo no muy lejano fueron miembros de las Fuerzas Armadas. Cuando nuestro amigo finalizó su discurso nos fueron llamando uno por uno para ocupar nuestro nuevo puesto de trabajo. El señor de los Riesgos ocupó una de las sillas que quedaron vacías. Y ahí se quedó, viendo como pisoteábamos su dignidad al no recoger ninguno de los folletos que nos había repartido. La mirada perdida, totalmente absorto, como si su mente se hubiera alejado de la triste realidad para acomodarse en un pasado mejor. Yo lo observé fijamente, tanto que pude llegar a leer su pensamiento. Creo que dijo:

–Yo en Vietnam salvaba vidas.

miércoles, 17 de marzo de 2010

DÍA 0

Harto de levantarte por las mañanas y no tener nada que hacer. Harto de tener que quedarte en casa los sábados por la noche, porque no tienes dinero que gastar. Harto de preguntar en cada puto bar cuanto cuesta la cerveza antes de que te la sirvan. Se acabó. Necesitaba un curro enseguida. La solución se encontraba en un centro comercial.

Después de lanzar currículums y convertirme en una de las personas más vulnerables de este país, al conseguir que todas las tiendas de Barcelona tuvieran todos mis datos, me llamaron de unos grandes almacenes, donde venden aparatos electrónicos de todo tipo. Aunque tienen un pequeño estante donde venden libros, también. Para que nadie diga que allí sólo entran lerdos. Aunque luego esos libros no los compra ni Dios. Yo creo que no están ni escritos, que son hojas en blanco, lo único verdadero es la tapa, para que parezca real.

Me concertaron una entrevista. Eso significaba que tenía que ponerme unos pantalones. Una vez solucionado lo de los pantalones me fui a la tienda en cuestión. Al llegar un encargado de seguridad me hizo un chequeo. Yo se lo agradecí, porqué ya era hora que alguien más, a parte de yo mismo, me tocara un poco. El hombre de la porra me dijo que esperara. Me mandó a la sala de descanso, el lugar más concurrido en España después de las oficinas del INEM. Allí observé que hay una extraña afición por los Tigretones y los Bollycaos. Al fin me entrevisté con el jefe de RRHH. La entrevista fue de lo más entretenida. El hombre empezó a hacerme preguntas psicológicas, lo cual era lógico, porque justo detrás suyo había el título de su Master en Recursos Humanos, o lo que es lo mismo, Cómo engañar al personal. Me preguntó cosas del estilo “Cuales son tus virtudes y tus defectos”. Yo quería contestarle cosas como “Virtud: Follarme a tu madre y a tu hermana” “Defecto: No poder follármelas a la vez”, pero luego recordaba que quería conseguir el trabajo, así que le respondía como es debido. Al final de la estúpida entrevista me dijo que tenía un puesto libre en una de las cajas, donde los clientes pagan (Lógico, una vez más). Yo asentí con satisfacción, pero lo mejor vino justo después cuando me dijo:

– Aunque ya sabes que estos trabajos son para las chicas...

Ahí sí que no pude evitar reírme. Le dije que no había problema, que podría realizar el trabajo a la perfección, siempre y cuando no fuese obligatorio coger las tarjetas de crédito de los clientes con los labios de la vagina, porque ahí sí que tendríamos un problema. Vale, esto último no se lo dije, pero hubiera estado bien, ¿Verdad?

Me dijo que todos mis compañeros serían chicas. Yo pensaba “¿Y dónde coño está el problema?”. Al final el macho alfa cedió ante mi postura y permitió que un hombre ocupara el puesto de cajera. Nos dimos la mano y me fui. Él aprovechó para desayunar y ahí se quedó, comiéndose su plátano mientras se rascaba la cabeza. Darwin estaría orgulloso.